Es un trastorno del estado de ánimo que afecta a personas de cualquier edad, condición económica, nivel educativo o cultural. Ignacio Brusco, decano de la Facultad de Medicina de la UBA y director del Departamento de Salud Mental del Hospital de Clínicas, explica que la depresión es “una problemática global” , en relación a que afecta todas las dimensiones de la vida, y que es un síndrome que tiene como características fundamentales la angustia y la falta de motivación.

Además, Silvia Ongini, psiquiatra infantojuvenil del departamento de pediatría del Hospital de Clínicas, detalla que podemos hablar de depresión como un:

Estado: cuando es transitorio y su expresión es circunstancial.

Cuadro: cuando se manifiesta por un duelo o por algún detonador que implica esa respuesta emocional.

Trastorno: cuando se refiere a una forma persistente de ese estado de ánimo que afecta todas las áreas de una persona y se prolonga durante mucho tiempo.

Según los especialistas, si bien las personas estamos neurobiológicamente más preparadas para ser felices, disfrutar y relacionarnos empáticamente con nuestros semejantes, hay situaciones y vivencias que modifican la percepción de nosotros mismos, de los demás y la proyección a futuro.

Las pérdidas de figuras representativas sin un acompañamiento adecuado, las situaciones de riesgo de vida de seres cercanos o de uno mismo, el sufrir violencia en cualquiera de sus formas, entre otras causas, pueden tener un impacto que luego se exprese, por ejemplo, en una baja autoestima, en tener pensamientos catastróficos, en la desconfianza hacia uno mismo y los otros, detalla la psiquiatra Silvia Ongini. Todo eso puede generar “cuadros más complejos” como lo es una depresión.

En ese sentido, la especialista subraya que durante los duelos que todos atravesamos en nuestra vida, predominan los sentimientos de vacío y pérdida; sin embargo, en los trastornos depresivos “hay un estado de ánimo deprimido persistente y una sensación de incapacidad de sentir felicidad, disfrute o placer perdiéndose la confianza y esperanza en poder mejorar”. A esto se suma, además, “una soledad abrumadora que se vuelve intolerable”.

Por otro lado, no debe perderse de vista que la depresión es multicausal e incluye desde cuestiones hereditarias a socioambientales, culturales e, incluso, epocales. Para los expertos, es fundamental distinguir entre dos tipos principales de depresión:

Depresión mayor o grave: se vincula con trastornos afectivos graves que son repentinos y producen mucha angustia. Suele estar acompañada por una sensación de no tener ganas de vivir.

“Otra de sus características es el ritmo diario de la angustia, que generalmente suele ser matutino. Es decir, por la mañana es claramente mayor que durante la noche”, sostiene el psiquiatra Ignacio Brusco. Y agrega: “Además de un ritmo circadiano (alrededor del día), en este tipo de depresión hay otro ritmo que es circanual: en general, se da más en primavera y en verano, a pesar de lo que uno pensaría, que es que cuando sale el sol estas personas mejoraran”.

Distimia, depresión menor o leve: no trae aparejada grandes angustias y la intensidad de la falta de motivación también es menor que en el caso de la depresión mayor.

“Son depresiones más ansiosas y a veces se confunden con trastornos de la ansiedad. En general son nocturnas: es decir, las personas se angustian más a la noche”, asegura Brusco.

Guillermo Thomas, jefe de sección de Psicología Clínica de Salud Mental Pediátrica del Hospital Italiano, dice que este tipo es el más frecuente y se da, por ejemplo, en una persona que venía con un estado anímico determinado y que empieza a caer imperceptiblemente. Eso hace que los demás puedan no advertirlo o hacerlo a lo largo de las semanas, expresando frases del tipo “me doy cuenta que ya no es el mismo”.

Si tomamos un grupo de 100 personas, es probable que 4 estén atravesando una depresión. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), este trastorno afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, algo así como el 4% de la población, y es la principal causa de discapacidad.

Por otro lado, un estudio internacional publicado en la revista británica de medicina The Lancet durante 2021, reveló que la depresión aumentó un 28% a nivel mundial con la llegada de la crisis sanitaria por la pandemia del Covid-19. En los casos más graves, puede llevar al suicidio, que es el segundo motivo de muerte por causas externas (solo por debajo de los accidentes de tránsito) entre los adolescentes y jóvenes de entre 15 y 29 años de la Argentina.

Sí, y depende de factores culturales, sociales, idiosincráticos y genéticos. Por otro lado, la adolescencia es una etapa especialmente crítica por la cantidad de cambios que se producen a nivel físico y emocional. “Tener familiares con depresión aumenta mucho el riesgo de desarrollarla. Al mismo tiempo que hay personas vulnerables por haber padecido traumas vitales importantes”, detalla Ignacio Brusco, psiquiatra y especialista en neurociencia cognitiva. También están quienes no atravesaron ningún trauma vital pero desencadenan una depresión por una cuestión biológica en algún momento de la vida, que puede relacionarse con la edad, cambios hormonales o medicamentos, por ejemplo.

El psicólogo Guillermo Thomas señala que entre las personalidades más vulnerables, se encuentran aquellas que son “muy autoexigentes”, y que están bien mientras “todo marcha en la vida”, pero cuando las cosas no son como ellos planificaron empiezan a sentirse deprimidos. “En general, detrás de cada depresión, lo que hay es una pérdida, sea algo real, como un trabajo, la salud o un ser querido, o algo imaginario: yo me creía el rey de la batata, las circunstancias me hicieron dar cuenta que no lo soy y me deprimo”, ejemplifica Thomas.

Foto de Stefano Pollio

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