En la margen norte del Lago La Plata, en Alto Río Senguer, Chubut, Sandra y su marido Rudy decidieron hace más de nueve años cambiar el bullicio urbano por una vida sencilla en la Patagonia profunda. Construyeron con sus propias manos una cabaña en la que invirtieron todos sus ahorros para buscar paz, lejos de la inseguridad y el consumismo que golpeaban su vida en la ciudad.
“Estamos a 120 km del pueblo más cercano, sin gas natural, sin luz de red, ni agua corriente, ni médicos cerca. Hasta hace poco no teníamos ni señal de internet”, relata Sandra. Esta elección radical de vida implicó enfrentar múltiples dificultades: juntar leña para el invierno, cultivar su propio alimento en invernaderos, palear nieve para salir, y también lidiar con el aislamiento y la falta de servicios básicos.
A pesar de ofrecer su colaboración a la municipalidad para gestionar el turismo y cuidar el lugar, se encontraron con un sistema que, según cuentan, no acogió su ayuda. Además, enfrentaron juicios y acusaciones injustificadas, calumnias e incluso persecución policial. “Nos esposaron, nos maltrataron y nos arrestaron injustamente”, comenta Rudy, resaltando que la incomprensión fue un desafío enorme mayor que las condiciones naturales.
Esta historia refleja no solo la lucha por un estilo de vida más conectado con el entorno, sino también las tensiones entre modelos de desarrollo urbano y rural, y el derecho a decidir cómo vivir. Sandra y Rudy sostienen que prefieren “arreglárselas con lo que tenemos” y valorar la naturaleza como un refugio de paz y autenticidad frente a las presiones sociales.
Según expertos en desarrollo rural patagónico, estas historias son el reflejo de una región en transformación, donde conviven la conservación ambiental, el turismo y el deseo de muchas personas de vivir en armonía con el ambiente natural, aunque implique construir su camino lejos del progreso convencional.
En una Patagonia que atrae cada vez más población buscando calidad de vida y contacto directo con la naturaleza, relatos como este invitan a la reflexión sobre las formas de crecimiento y las políticas públicas que acompañan a estas elecciones de vida auténticas.
