Sad boy sits alone.

¿Es un delito frecuente?

  • Se estima que una de cada cinco niñas y uno de cada 13 niños son abusados sexualmente antes de los 18 años, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). De acuerdo con una proyección que realizó la Red por la Infancia en base en esos datos y al censo de 2010 en la Argentina, en nuestro país hay potencialmente casi 2 millones de niñas, niños y adolescentes que son víctimas de violencia sexual. Sin embargo, esas cifras son para los especialistas “apenas la punta del iceberg”: la violencia sexual es uno de los delitos menos denunciados y más impunes que existen.
  • Según los últimos datos del programa Las Víctimas contra las Violencias del Ministerio de Justicia de la Nación, desde 2017 a enero de 2023, en la línea 137 se registraron 14.912 casos de niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual (el 77,6% eran mujeres). En esos cuatro años, el incremento fue de 126%.
  • Por otro lado, en el 85% de los casos, el agresor era una persona cercana a la víctima o un familiar, en general el padre. Los tocamientos sexuales son la modalidad más frecuente de abuso (41,7%) y casi la mitad de las agresiones (46,5%) ocurren en la vivienda de la víctima o su agresor.

¿Cuáles son las señales de alerta?

Para actuar a tiempo, reconocer las señales de alerta del abuso es fundamental. Paula Wachter, fundadora y directora ejecutiva de Red por la Infancia, explica que debemos estar atentos tanto a los indicadores específicos, que son los que pueden referir particularmente al abuso, como a los inespecíficos, que pueden ser o no producto de un abuso. Algunos de ellos son:

Manifestaciones físicas:
● Pueden ser explícitas y observarse en los chicos y chicas expresiones de dolor al sentarse o cambios en la forma de caminar, así como manchas en la ropa interior. Si son preescolares y aún los asistís en el baño, podés notar sangrado, irritación o lesiones en las áreas genital o anal.
● Infecciones genitales o de transmisión sexual, como sífilis, HIV no preexistente al momento del nacimiento, clamidia o gonococo. Son siempre diagnosticadas por un médico que suele sospechar por la presencia de síntomas propios de estas infecciones.
● Manifestaciones psicosomáticas, como dolores recurrentes sin causa aparente. Por ejemplo: cefaleas, dolores articulares, en la zona abdominal, al tragar o en el pecho.
● Cambios bruscos en el apetito, voracidad o restricción alimentaria pueden ser algunas alteraciones tempranas.
● Conductas regresivas en general, como la pérdida durante el día o la noche del control de la vejiga (enuresis) o del esfínter anal (encopresis). También en cuanto al sueño, con más miedos nocturnos o déficit de atención, entre otras conductas.
● Como consecuencias a largo plazo, pueden aparecer otras manifestaciones graves, como las autolesiones e incluso intentos de suicidio.

Cambios en su conducta social:
● Conductas hostiles y agresivas exacerbadas en sus hogares y dentro de sus círculos sociales, como amigos y compañeros de estudios.
● Chicos que siempre se dejaban bañar o jugaban en el baño, de repente se niegan y dicen: “No quiero desvestirme o bañarme”. O no quieren que se les toque el cuerpo.
● Temores o rechazos aparentemente inexplicables frente a ciertas personas.
● Manifestaciones emocionales como llantos ante cuestiones aparentemente sin importancia, angustias, enojos desmedidos, miedos que no estaban antes, como de separarse de la figura que el niño o la niña siente como protectora.
● Cambios en el rendimiento escolar: las chicas y los chicos pierden el interés o la capacidad en concentrarse, manifestando alteraciones cognitivas.

Conductas hipersexualizadas:
● Erotización que excede la curiosidad por los genitales propia de la edad en la primera infancia.
● Actitudes autoeróticas, como la masturbación compulsiva, incluso ante la presencia de una figura que podría censurarlo.
● Modificar el trato con su entorno, como llevar adelante juegos sexuales con sus pares o incluso conductas inapropiadas para alguien de cualquier edad, como investigar los genitales y el recto de los animales.
● Que utilicen palabras impropias del lenguaje de un niño de su edad.

Manifestaciones psicológicas y emocionales:
● Ansiedad, depresión o angustia.
● Conductas de aislamiento o ensimismamiento, por ejemplo, que se queden en un rincón sin jugar.
● Cambios en el sueño, más pesadillas, problemas para dormir y terrores nocturnos.

Manifestación verbal:
● Si bien se estima que solo el 20% de los chicos y las chicas que sufren violencia sexual logra manifestar verbalmente el abuso del que son víctimas, muchas veces lo hacen de una manera lúdica porque lo tienen naturalizado. “Que los chicos lo presenten como un juego o que no manifiesten rechazo por el mismo no quiere decir que no sea abuso”, destaca Paula Wachter, directora de Red por la Infancia.

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