¿Qué hacer si sospecho que un chico/a está siendo abusado?
Cuando se sospecha que una niña, niño o adolescente ha sido víctima de abuso sexual, se produce “una movilización emocional y una conmoción en el entorno familiar de la víctima, especialmente en aquellos adultos cuidadores receptores de esta sospecha o develamiento”, subraya Victoria Gandara, psicóloga e integrante de Centro de Asistencia y Prevención del Abuso Sexual en la Infancia y Adolescencia (Cepasi), y agrega: “Es por eso que tener en claro qué hacer y qué no, puede ayudar a ser más asertivos en la respuesta y, al mismo tiempo, a canalizar la angustia haciendo algo al respecto”.
Desde Cepasi, Red por la Infancia y Unicef brindan una serie de recomendaciones sobre cómo actuar frente a una sospecha:
● Escucha adecuada. En el caso de que tengas sospechas basadas en observaciones o en cambios conductuales del niño o la niña, se aconseja intentar habilitar el diálogo con un acercamiento tranquilo, en un ámbito de privacidad, sin exponerlos. Tenemos que preparar el ambiente para que, si el niño quiere abrirse, pueda hacerlo. Que nos cuente lo que le está pasando no equivale a que le hagamos todas las preguntas que queramos. Es muy improbable que nos digan todo de una sola vez y con lujo de detalles.
● Habilitar el diálogo no es habilitar un interrogatorio. Muchas veces el relato de las chicas y los chicos es fragmentado, lo que se vincula con la memoria de la niña o el niño. Es importante que sean los profesionales capacitados quienes indaguen sobre cómo ocurrieron los hechos. Por eso, no debemos preguntar detalles sobre la forma en que se dio el abuso ni intentar completar las frases o adelantarnos a sus respuestas.
● Intentar saber quién fue el agresor o la agresora a través de su relato para poder protegerlo de nuevos abusos, pero sin inducir respuestas con preguntas del tipo: “¿Fue tu abuelo?”, “¿Fue tu tío?”, “¿Te hizo tal cosa?”. Gandara recomienda usar preguntas indirectas, como “te noto triste o raro, ¿te pasó algo que te esté preocupando?”. También podemos hacer otras más concretas a partir de aquello que nos llama la atención, por ejemplo: “Te veo rara desde que volviste de vacaciones. ¿Pasó algo que quieras contarme?”.
● No tratar de calmar la propia curiosidad o angustia sino habilitar un canal de comunicación. Si el niño, niña o adolescente no puede contar nada o si se repliega más, no insistas con preguntas. Es importante que le trasmitas confianza, que si no quiere hablar y contar en ese momento está bien, que lo haga cuando quiera, que puede contar siempre con nosotros.
● “¿Si sospecho que un pariente abusa de mi hija o hijo, qué hago?”. Ante cualquier sospecha relacionada con un posible agresor, lo primero es evitar que esa niña, niño o adolescente esté expuesto a esa persona hasta que se esclarezca la situación. Ese acto, además, va a ayudar a habilitar el diálogo, porque hay un mensaje que fue dado a esa chica o chico de que buscamos protegerlo. “Es una intervención en sí misma”, resume la psiquiatra Silvia Ongini.
¿Cómo actuar ante una revelación de abuso?
Si una niña, niño o adolescente te revela de alguna forma que ha sido víctima de abuso, “tené en cuenta que suelen elegir a un adulto en quien confían para contarles y que generalmente se sienten avergonzados, culpables, con mucho miedo e impotentes”, describe la psicóloga Victoria Gándara. “Si te lo está contando, ese adulto de confianza sos vos. Que la niña, niño o adolescente pueda contarlo implica un gran logro y es muy importante darle completo apoyo: ‘Fuiste muy valiente en contármelo, vamos a hacer todo para protegerte’”.
En ese sentido, es fundamental:
● Recordá que el niño que revela un abuso está buscando contención y ayuda, por lo que lo más importante es creerle siempre, ser comprensivo y agradecerle que nos haya contado. Es muy importante que refuerces en él o ella la idea de la valentía que conlleva el haberse atrevido a revelar lo sucedido y que le garantices asistencia y protección. Siempre el relato de las chicas y los chicos es el indicador más específico con el que contamos, ya que muchos abusos no dejan marcas en el cuerpo y pueden no implicar contacto físico.
● La respuesta y contención que muestres como padre o familiar o la angustia y bronca que manifiestes, puede determinar, según las especialistas, el significado y las emociones que el niño o la niña le otorguen a lo que les ocurrió. Por esto, además de tener una reacción de contención es importante que sean los profesionales capacitados quienes indaguen cómo ocurrieron los hechos.
● No actúes de forma desmesurada. Cuando se reacciona con rabia, enojo o descreimiento, el chico o chica tiende a sentirse más avergonzando y con mayor culpa, puede cerrarse, no querer hablar o incluso retractarse. Por lo tanto, es fundamental escucharlo intentando conservar la calma. “Muchas veces callan para no generar dolor en las personas que aman”, sostiene Paula Wachter, directora de Red por la Infancia. Y agrega: “El chico habla una vez. No escucharlo, dudar o desestimar su relato es otra forma de maltrato que equivale a confirmarle su terror de que no le van a creer si pide ayuda”.
● Transmitile que no es su culpa y enfatizá que le creés. Expresale afecto. “El chico está vulnerable y necesita más contención que nunca”, explica Wachter.
● Jamás asumas que podría haberse defendido de la situación de violencia o contado lo que pasó antes de que lo hiciera. Desde el Centro de Asistencia y Prevención del Abuso Sexual en la Infancia y Adolescencia explican que nunca debemos cuestionar sus reacciones, interpelarlo o culpabilizarlo, ni hacerle preguntas como: “¿Por qué no lo dijiste antes?”, “¿Por qué no te fuiste?” o “¿Por qué no le pegaste?”.
● Procurá una consulta y atención inmediata: Asegurale al niño o la niña que vas a conseguir la ayuda necesaria para atravesar la situación y cumplí con tu palabra.
CÓMO SE HIZO ESTA GUÍA
Este contenido fue producido por el equipo de Fundación LA NACION a partir de una serie de entrevistas a Paula Wachter, fundadora y directora ejecutiva de Red por la Infancia; Sonia Almada, psicoanalista y fundadora de ARALMA; Victoria Gándara y Dolores Steverlynck, psicólogas y cofundadoras del Centro de Asistencia y Prevención del Abuso Sexual en la Infancia y Adolescencia (CEPASI) y la psiquiatra infantojuvenil del departamento de pediatría del Hospital de Clínicas Silvia Ongini, quien además hizo una curaduría del texto publicado. Además, se utilizaron como materiales de referencia las guías para periodistas sobre comunicación de este tipo de violencia de Unicef y la de Red por la Infancia, junto al libro “Romper el silencio. Por infancias y adolescencias libres de violencia sexual”.