De acuerdo a los especialistas en el tema, la intervención de los adultos (padres, escuela y, en muchos casos, de un profesional) a la hora de resolver la problemática del bullying es fundamental. Al respecto, las especialistas María Zysman y Lucrecia Morgan aconsejan los siguientes pasos:

Hablá con tu hijo: si bien puede ser angustiante enterarte de que tu hijo está siendo víctima de acoso escolar, el primer paso es hablar con él y lograr que cuente lo que le está pasando. Para abrir el diálogo cuando son chiquitos se pueden usar frases tales como: ¿cómo la pasaste en la escuela? ¿Con quién jugaste? ¿Te divertiste? ¿Todos juegan en el patio?
No lo presiones: “Hay que hablar con el hijo acorde a los tiempos que plantee él, sin presiones ni intentos por reconocer ´culpables´. Mantener nuestros propios bordes con calma y paciencia le dará la confianza imprescindible para avanzar”, sostiene Zysman.
Contené a tu hijo: decile que se trata de una problemática importante de la cual los adultos se van a hacer cargo. “Dejale en claro que no es responsable ni tiene la culpa de lo que le está pasando”, subraya Lucrecia Morgan.
Transmitile empatía: dejale en claro que entendés lo mal que se siente. Para esto, se recomiendan frases como «entiendo lo triste que te pone esto que pasa, cualquier chico en tu lugar se sentiría así», propone Lucrecia Morgan. En simultáneo, María Zysman sostiene que la empatía es insuficiente si no viene acompañada del ofrecimiento de acciones posibles.
Felicitalo por haberse animado a hablar del tema y por la valentía de decirlo.
Mantené la calma: Es importante permitir que se desahoguen sin interrumpirlos. Nuestra estabilidad emocional les dará confianza. “Muchas veces los chicos no cuentan lo que les pasa por temor a la desaprobación de sus padres o por vergüenza, o porque sus papás se angustian mucho», asegura Morgan. Zysman agrega que otra razón para no compartir con sus padres lo que están viviendo se debe a que tienen pruebas, muchas veces, de que la respuesta dada por sus adultos referentes en lugar de ayudar empeoró las cosas. “Un día Juan, de 9 años, me dijo: ´No lo cuento porque los grandes hacen lío, lo dicen en las redes sociales, van a insultar a los otros padres o a mis compañeros, o van a gritar a la escuela´”, recuerda Zysman.
En el caso de los niños pequeños, no uses el término bullying. Los chicos pueden desconocer su significado o incluso no llamarlo de esa forma.
Escuchalo y respetá sus tiempos: “Si nuestro hijo nos pide que no vayamos a la escuela, tendremos que tener la paciencia, templanza y lucidez necesarias para acompañarlo hasta que comprenda que necesitamos trabajar con alguien de la escuela. Buscá con él quién podría ser ese alguien para que se sienta tranquilo. Es clave incluir su voz y sus tiempos en todo el proceso”, recomienda Zysman.
Reforzá su autoestima: «Mientras se resuelve todo el conflicto con el grupo de pares, es importante que puedan acudir a actividades extraescolares, a algún otro grupo nuevo de pertenencia, por ejemplo, empezar a practicar a algún deporte», aconseja Morgan.
Consutá con un profesional: si ves que la situación que sufre tu hijo le está generando un gran impacto emocional o muchos cambios en su conducta, es recomendable consultar con un profesional especializado «para poder tener el apoyo y el espacio terapéutico que necesitan».
Si se trata de ciberbullying guardá la evidencia ya que te servirá para denunciar la agresión.
Hablalo en la escuela. Demostrales que tu intención es trabajar con ellos para encontrar una solución. Más allá de tus expectativas, tené en cuenta que es responsabilidad de la escuela evaluar las medidas disciplinarias a aplicar en función de su propio reglamento institucional. “Lo importante es exigir que el maltrato se detenga y que se le otorgue a tu hijo la protección física y seguridad emocional que necesita”, remarca Lucrecia.
Evaluá otras alternativas. Si los episodios agresivos no disminuyen o la escuela no ofrece respuestas eficaces, es necesario que evalúes otras alternativas, ya que no es recomendable que un chico siga en un contexto vincular que le hace daño. El cambio de colegio puede ser una opción a analizar. «Para evitar dar un mensaje incorrecto, siempre es importante trabajar el cambio de colegio de antemano con un profesional especializado en la temática, ya que muchos chicos suelen pensar ¿por qué me cambio yo si los que agreden son otros?», explican desde Equipo ABA.
Hacé la denuncia. Otra alternativa es hacer la denuncia a la línea de Convivencia Escolar de la Secretaría de Educación de Nación: 0800-222-1197. Tené en cuenta que en nuestro país la ley 26.892 garantiza el derecho a una convivencia pacífica, integrada y libre de violencia física y psicológica y obliga a las escuelas a actuar para prevenir y frenar las situaciones de bullying.

Lo que no hay que hacer
Morgan subraya que hay una serie de conductas que no son recomendables por parte de los adultos.
No hables con los padres del hostigador: «Está demostrado que en la mayoría de los casos en que esto sucede, el problema lejos de solucionarse, escala y empeora. Es la escuela la que debe mediar para resolver el tema», advierte.
No minimices la situación ni naturalices el fenómeno. En este sentido, evitá frases como «son cosas que pasan, la vida es así», «¿No estarás exagerando? Tampoco es tan grave» o «en todos los colegios pasa».
No exageres lo que el niño relata. Tanto minimizar como exagerar conducen a desviar el foco de trabajo.
No estigmatices a ningún compañero. Eso incrementa el problema.
Evitá culpabilizar a tu hijo con frases como «algo debés haber hecho para que te esté pasando esto», «siempre con el mismo tema vos» o «cambiá tu actitud». «No hay ninguna responsabilidad de él o ella en esto ni nada que justifique lo que le está pasando», destaca Morgan.
No deposites en tu hijo la responsabilidad de tener que defenderse. Evitá decirle que haga oídos sordos o que actúe por su cuenta o se defienda. Lejos de solucionar el problema, lo que hace es frustrarlo doblemente: no solo siente que no puede salir de esa situación, donde hay desequilibrio de poder y está en inferioridad de condiciones, sino que también se va a sentir frustrado porque no puede cumplir con la expectativa de sus padres», dice la psicóloga.

Para los padres, reconocer y aceptar que un hijo maltrata a otros chicos, no es fácil. Lucrecia Morgan, psicóloga y especialista en bullying da las siguientes recomendaciones:

Ponete a disposición de la escuela y consultá si ves que hay factores de la conducta de tu hijo o hija que tienen que ser trabajados.
Tratá de entender que los chicos no hacen bullying porque sean «malos», sino porque algo les debe estar pasando y no encuentran otra manera de manifestarlo. La responsabilidad es ayudarlos a desarrollar otras formas más sanas de relacionarse con sus compañeros y de expresar lo que sienten. Para la psicopedagoga María Zysman, “hay que descubrir el sentido que tiene para ese niño en ese momento hacer lo que está haciendo”.
Evaluá la posibilidad de consultar a un especialista.
No confrontes directamente con los chicos, porque eso puede aumentar su resistencia: «No podemos caer en conductas estrictas y exigentes que lo anulen y lo dejen solo. Es importante que validemos sus emociones: probablemente él en ese momento se sienta enojado o algo le esté costando y necesite de nuestra contención para poder aprender a resolver los problemas de otra manera», reflexiona la especialista.

Algunas recomendaciones para tratar el tema con los chicos:
No lo estigmatices. Explicale que lo que está haciendo está mal, pero no lo etiquetes como «un chico malo».
Siempre escuchá primero lo que tu hijo tiene para decirte. Demostrale una actitud comprensiva, pero al mismo tiempo, dejale en claro que deben trabajar para modificar esa situación y que hay conductas que nunca pueden justificarse.
Preguntate si tu hijo está especialmente enojado con alguna situación en particular, ya sea en la escuela o en casa.
Comentale lo que te contaron otros padres o el colegio. Es posible que él busque desdramatizar los hechos o justificarlos. Se recomienda usar frases como: «Entiendo lo que me estás contando y te creo, pero ¿es posible que algo de lo que cuentan los demás también sea cierto?». Esto te permitirá conseguir más información y mostrarle otros puntos de vista.
Enseñale a aceptar la responsabilidad de sus actos. Dale la posibilidad de reparar y pedir disculpas. Esto puede incluir alguna actividad reparatoria en casa o en la escuela. Preguntale cómo cree que debe cambiar.
Explicale a modo de “ley” que hay cosas que no se pueden hacer. “Hay que transmitirles que a los demás hay que tratarlos como a ellos les gusta que los traten. No siempre es igual a como nos gusta a nosotros. A un chico algo le puede parecer gracioso, que no le molesta, y a otro le puede doler muchísimo. Si a alguien le duele es señal de que debe frenar ese trato”, explica María Zysman.

Con respecto a la relación con la escuela, Lucrecia Morgan sugiere:
Asegurale a los docentes que estás dispuesto a trabajar en equipo con ellos para frenar el problema. Recordá mencionarles cualquier situación que esté atravesando tu familia y pueda influir en tu hijo para favorecer la comprensión de sus maestros.
Recordá que la escuela no es un enemigo. Aprovechá la ayuda mutua que puedan ofrecerse y trabajen como un verdadero equipo: ambas partes (familia-escuela) quieren lo mejor para los chicos.
Trasmitile a tu hijo la autoridad compartida de los adultos con un mismo criterio, ya sea en casa o en el colegio.

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